En un mercado cada vez más competitivo, conocer si tus inversiones están cumpliendo tus expectativas va más allá de ver un porcentaje de ganancia. El benchmarking ayuda a situar tus resultados frente a estándares claros y comparables.
El término “benchmark” hace referencia a un índice o estándar de referencia, ya sea un índice bursátil, una meta de rendimiento o el promedio de un grupo de fondos. Por su parte, “benchmarking” es el proceso continuo de comparación y análisis de tu activo, fondo o cartera frente a ese estándar.
Un inversor retail no debe conformarse con “gané 8% este año”. Es imprescindible también comparar ese 8% con el comportamiento de un índice de mercado relevante, un objetivo personal o el desempeño de fondos similares.
Para evaluar correctamente el desempeño, utilizamos varias métricas clave. Cada una aporta una perspectiva distinta sobre rentabilidad y riesgo.
Existen múltiples estándares y cada uno se adapta a un estilo o categoría de cartera:
Índices de mercado: renta variable (large caps, small caps, emergentes), renta fija (grado de inversión, high yield) y mixtos (combinaciones 60/40).
Benchmarks de estilo: crecimiento vs valor, grandes vs pequeñas empresas según capitalización.
Peer group: promedio de fondos de la misma categoría, útil para evaluar si tu fondo está por encima o por debajo de la media de su grupo.
Retorno absoluto: objetivos fijos como inflación + 3% o metas personales de rentabilidad.
Benchmarks personalizados: combinaciones de índices que reflejen tu asignación real, por ejemplo 50% bolsa global, 25% Europa, 25% emergentes y un índice de bonos.
Seleccionar el referente adecuado es clave para que la comparación sea justa y relevante. Considera estos criterios:
Una vez elegido el estándar, el siguiente paso es cuantificar si vas mejor o peor:
• Diferencia de rentabilidades: calcula la diferencia de puntos porcentuales anuales entre tu cartera y el benchmark. Un exceso anual del 2% puede traducirse en un crecimiento significativamente mayor tras 10 o 20 años.
• Alfa y beta: la beta mide la volatilidad relativa de tu cartera frente al mercado, mientras que el alfa representa el exceso de rentabilidad ajustado por ese riesgo.
• Ratio de Sharpe: exceso de rentabilidad sobre un activo libre de riesgo dividido por la volatilidad. Indica la eficiencia del rendimiento obtenido con el riesgo asumido.
• Tracking error: mide la desviación de tu cartera respecto al benchmark. Una cartera indexada busca un tracking error bajo; una gestión activa suele presentar uno más alto.
• Active share: porcentaje de la cartera distinto al benchmark. Un active share elevado sin rentabilidad superior puede indicar una gestión activa ineficiente.
A continuación, cuatro casos ilustrativos donde aplicamos conceptos clave:
En la Tabla 1 vemos que la cartera supera al índice en todos los horizontes, pero presenta un drawdown más pronunciado en crisis.
Ejemplo 2: un fondo mixto comparado con un 60/40 de índices de bolsa y bonos. Aunque la rentabilidad anualizada es similar, el fondo mixto mostró un tracking error menor en mercados volátiles.
Ejemplo 3: estrategia con objetivo inflación + 3%. En periodos de inflación superior al 5%, una rentabilidad nominal del 6% no alcanza la meta real.
Ejemplo 4: comparar una cartera temática de tecnología con un índice global puede generar falsas expectativas, pues la concentración sectorial incrementa la volatilidad y el riesgo de drawdowns extremos.
En la inversión pasiva, el objetivo es replicar un índice. El seguimiento se mide mediante tracking difference, donde las comisiones suelen ser la principal fuente de desviación.
La inversión activa busca batir al benchmark. Aquí es vital medir el alfa neto de comisiones y evaluar la persistencia en la generación de valor, así como ratios de riesgo-rendimiento como el Sharpe.
En ambos enfoques, un benchmarking riguroso aporta claridad y disciplina, ayudándote a tomar decisiones más informadas y evitar sesgos emocionales.
En última instancia, medir tu desempeño con benchmarks adecuados te otorga perspectiva, disciplina y la capacidad de ajustar tu estrategia para alcanzar tus objetivos financieros a largo plazo.
Referencias